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La ciudad de Mantua y el territorio que la rodea tienen numerosos castillos que testimonian la importancia histórica y estratégica de esta región a lo largo de su historia. Por la posición estratégica de la ciudad, se han levantado numerosos fuertes desde tiempos de los romanos, a cuyas obras les han seguido, siglos después, las imponentes estructuras creadas en el medievo para defenderse de las continuas guerras del Papado y del Sacro Imperio Romano para convertirse en símbolo del poder de las familias nobles del territorio, como los Bonacolsi y los Gonzaga, y dejar una huella profunda en la arquitectuta militar mantuana.
En tiempos de la “Italia de los Señores” (siglo XIV), la importancia defensiva de los castillos disminuyó, transformándose en residencias nobles y llenándose de elegantes estructuras arquitectónicas, frescos y ricas decoraciones.
Castello di San Giorgio a Mantova
El Castello di San Giorgio, conectado con la familia Gonzaga, en mantua, es, sin lugar a dudas, el más importante edificio defensivo de la región.
Fue construido, a partir de 1395, sobre los restos de la iglesia de Santa Maria di Capo di Bove, y fue terminado en 1406 gracias a Francisco I Gonzaga. El edificio, diseñado por Bartolino di Novara, se caracteriza por una planta cuadrada con cuatro torres angulares y un foso sobre el que se abren las puertas. En 1459, el arquitecto Luca Fancelli, por encargo del marqués Ludivico III Gonzaga, reconstruyó el castillo, convirtiéndolo en una auténtica residencia noble. San Giorgio fue la residencia de Isabella d’Este- una de las mujeres más famosas del Renacimiento italiano y mujer de Francisco II Gonzaga. En aquel periodo la corte de Isabella tuvo como invitados a numerosos artistas y literatos del momento, como Andrea Mantegna, Leonardo da Vinci, el Perugino, Baldassarre Castiglionr y Ludovico Ariosto.
La sucesiva ocupación militar austríaca en 1815 transformó el edificio en una cárcel de máxima seguridad, llegando incluso a recluir a numerosos independentistas italianos.
Entre ellos los once patriotas ajusticiados entre 1852 y 1853, hombres que pasaron a la historia como los “Mártires de Belfiore”, nombre de la localidad en la que fueron ajusticiados.
El interior del castillo fue embellecido con el pasar de los siglos. Hoy en día se pueden ver frescos del siglo XV en la Sala dei Soli, transformada por el arquitecto Giulio Romano, y entre otros espacios, la Sala de los Frescos, la Sala delle Sigle, la estancia nupcial de Isabella y la Sala degli Stemmi. En la Sala del Zodíaco se pueden ver restos de cuadros de Giulio Romano. Destaca la Cámara de los Esposos, caracterizada por la belleza y elegancia de Andrea Mantegna, que trabajó en ella durante nueve años.
El Castello di Castellaro Lagusello, en Mozambano, es un fuerte del siglo XIII. La construcción, mandada construir por los Scaligeri de Verona, conserva intacto su construcción original, así como las murallas. El castillo tuvo una gran importancia estratégica a lo largo de su historia. Desde el siglo XIV al siglo XV fue propiedad de los Visconti y de los Gonzaga, para pasar posteriormente a manos de la República de Venecia.
También en Monzambano risale el homónimo castillo, del siglo XI, en las montañas que rodean al pueblo. La estructura incluye algunos edificios medievales, la iglesia de San Biagio y las murallas defensivas. Su construcción fue voluntad de Matilde du Canossa, para pasar posteriormente, en el siglo XIII, a la familia Scaligeri. Posteriormente fue tomado por los Visconti y finalmente por la República de Venecia en el siglo XVIII.
Dotado de una inmejorable posición estratégica, el Castello di Ponti sul Mincio destaca sobre las colinas del río Mincio. Su edificación se remonta al año 1260, bajo el dominio veronés de Mastino I della Scala. Se convirtió em un importante sistema defensivo de los Scaligeri, junto a los castillos de Monzambano, Valeggio, Villafranca, Custoza y Sona. El complejo fortificado incluye cuatro torres y un mastil.
Los orígenes del Castello di Villimpenta, del siglo XI, son los de un monasterio fortificado ligado al dominio del emperador Berengario I, que lo regaló al Convento de San Zeno en Verona. Su estructura fue transformada u potenciada por los Scaligeri en el siglo XIV, convirtiéndose en un importante baluarte de sus sistema defensivo. En 1391 el castillo pasó a manos de Francisco I Gonzaga de Mantua. El edificio, defendido por una parte del río Tione, conserva dos de las torres del edificio originario, el mastil y las murallas defensivas.
El territorio mantuano ofrece al turista la posibilidad de visitar numerosos castillos y pueblos fortificados. Al lado de aquellos perfectamente conservados hay restos de antiguas estructuras, especialemente en las zonas de Cerlongo, Goito, Marmirolo, Volta Mantovana, Casale, Castelbelforte, Castel d’Ario, Castiglione Mantovano, Governolo y Ostiglia.